De repente! estiran de mi,
desde el corazón hacia dentro,
elevándome por los aires,
donde solo alcanza la luz y el aire,
soy tierra flotante que no toca el
agua,
porque agua son mis encuentros.
Y siguen elevándome,
tan alto, tan alto que me falta el
aliento,
entonces encuentro la razón de no ser,
el aliento anclandome al cuerpo,
tratando de comprender,
como la tierra alimenta la tierra.
Legado por un puñado de ramilletes,
una alfombra roja alcanza los pies,
donde los destellos son vidas
transcurridas,
en la calma de tu vientre,
por más inocentes que puedan parecer,
son también pecados mortales y
bendiciones por nacer.
ennegrecida el alma,
cuando la luz pura interior guía el
camino,
el cuerpo abandona las lindes de la
vida,
en la gran biblioteca, oscuridad y
llamas de colores,
experimentan los encuentros de las
eras,
forjando nuevas verdades, mezclando
antiguos sonidos.
Susurros de jazmín, sándalo y melisa,
resuenan más allá de los limites del
espíritu,
acompasado en la distancia,
sincronizado con libertad,
ungido en amor incondicional,
es la nueva era, más allá de la
comprensión humana.