20130906

Dos lunas

Dos lunas llenas iluminan la noche,
sobre dos montañas y un valle de flores,
entre las montañas y el firmamento,
por allí me encuentro,
agazapado, escondido y tembloroso,
en una cueva de un marfil hermoso,
batiendo y volteando o jugueteando
con el ser que allí habita, contando
Más bien contándole como yo arribo,
para la cueva de marfil alcanzar por un largo camino.

Erguido, observando el horizonte diviso
la negra orilla donde empieza dicho camino,
de rocas colocadas en fila como un rompeolas de arena fina.
Y así abandono mi bote y me uno al negro camino,
camino negro, orilla negra,
creo que desembarqué en una isla volcánica,
o así mi corazón siento a cada momento,
Bum! bum! explosiones y piroblastos salen de mis ojos,
cuando ya bien entrado en el camino sinuoso,
curvatico, q m mantiene reptantemente hipnotizado.
Sí, es desde aquella loma que cruza el camino,
desde donde diviso un bosque espeso y travieso
que me indica el camino hacia una profunda gruta oscura,
aparentemente deshabitada, emanan sentidos olfativos q atraen los míos.
Ahora si estoy perdido,
embriagado me dirijo hacia ese escondrijo,
ignorando, que tú me esperas allí
querido ser d la cueva marfil.

Entonces, me percato que en cielo abierto,
bailando con el universo,
se encuentran dos lunas llenas.
Bajo las lunas dos montañas,
bañadas en un reflejo que las colorea como el marfil,
Es tan hermoso que quedo perplejo,
recobrando el sentido,
apresurado recorro,
un valle siempre florido,
multicolorido y perfumado,
Y alcanzando de las montañas la ladera,
ya diviso una cueva,
bañada en luz de lunas,
Y su reflejo da vida a las montañas,
una vida color marfil.

Embrujado por este hechizo quiero saber
cómo nació este parecer perfilado y marfilado,
escalo con risa y algún que otro resbalón,
porque me inunda una loca alegría,
Y cuando la cima alcanzo
quedo manso ante tal espectáculo...

Dos lunas llenas iluminan la noche,
Sobre dos montañas y un valle de flores,
Entre las montañas y el firmamento,
por allí encuentro,
una cueva de un marfil hermoso.

20130724

osito pardo

Escuché las voces del laberinto, recorrí sobre adoquines mojados de esperanza desechada, la copa, rebosante de absenta, saboreó su fin en su soledad estrellada. El hombre de hielo amarillo y azul acudió al encuentro del Sol. Algo en el deseaba ser derretido, no trataba de comunicar nada, solo su helada estampa debia ser marcada y reconocida. Más no tenia para engrosar un pasado caduco. Eres amado en tu insano caminar, eres amado en tu capullo con puas de metal, Retirando una a una, abrazar tu ternura, montemos en mi colibrí, volaremos hacia atras.