No cabe duda querido amigo,
Que dudas desde el ombligo,
Yo el timonero afortunado,
En buena trampa he caido.
Falto de amor y aliento,
Sin un ejemplo ni escarmiento,
Sembre mi duda y mi lamento.
Donde esta el fruto de la canción?
Que se detiene ante el color?
Donde se anida tu corazón?
Como pocos eran los que me seguian,
Los que me amaban, resolví entrar en la cama,
De una anguila, de un Halcón,
Otra vez me vi envuelto en telas y otras tramas.
Aquí es donde conseguí,
Sin principio ni fin,
El honor que ahora mi pecho llena,
Y el tuyo provocandote esa sombra que te nubla,
Que ennegrece tu habla,
que enmudece tus manos.
Asi pues asoman las aras del destino a tu timida ventana,
No es que por cientos de miles de miradas,
Que vendiste a tu debil hermana atajantes tarados peligrosos,
Y fue así que marcaste al tesoro,
Un camino de cuerpos humanos,
Vencidos y desalmados son magnificos adoquines para mis pies desnudos.
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